Con independencia de estilos, épocas, carácter o importancia, raro es el edificio histórico o monumento de nuestra ciudad que no está permanentemente acompañado, cual rémora y tiburón o como guinda y tarta, de uno o más coches. Una -ya lo saben- es ignorante y poco leída en temas de arte pero la vida me va dando algo de sentido común y, además, algo recuerdo de lo mucho dicho por Chueca Goitia (un famoso y al mismo tiempo ensalzado y denostado arquitecto que anduvo por este convento mirando piedras). Concretamente me acuerdo de algo que denominaba «invariantes castizos» o constantes histórico-estéticas que de modo inequívoco se cumplen en la arquitectura española. Y claro, me pregunto si no será uno de esos invariantes esta perfecta unión que tanto se ve en nuestra calles. Seguramente lo sera... y por ello se la mima y consiente por nuestros políticos y concejalías del ramo.
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