CXXX


Ya casi están terminadas las obras de restauración del torreón de la calle Cava conocido como del Santo Cristo y mal llamado por algunos como de los Caballeros. Parece ser que han sido costosas, pero han podido realizarse gracias a la intervención del Ministerio de Fomento y a la dotación destinada a las mismas del 1% cultural. No sabemos el resultado final del interior, aunque de algunas cosillas hemos podido enterarnos como de la no colocación de un ascensor, y no tanto por el buen sentido de los responsables de la obra como por el hecho de que han aparecido restos de construcciones anteriores que lo han impedido. Aunque también es verdad que un momento hubo en que se pensó ponerlo por fuera para que todo el mundo pudiera ver lo bien que quedaba. Y a la espera de poder entrar, sí me voy a permitir hacer algún comentario sobre el resultado del exterior y sobre los criterios de restauración que han prevalecido. Así, puede verse que se ha querido ser de lo más respetuoso con las huellas que la historia y los usos de los hombres han ido dejando en los viejos paramentos del torreón. Por eso, no se ha puesto ni una sola piedra de más ni se ha quitado una de menos y donde no las había se ha dejado el hueco pintado de un discreto, elegante y coqueto color crema, acogiéndose a unos criterios de restauración actualizados y sobre todo modernos y chic. Evidentemente no son los mismos que se han seguido en Santa María; aquí, de todos es conocido, no sólo no se ha respetado las huellas de la historia sino que se han despreciado de forma manifiesta por los políticos y por los técnicos. Por eso, el señor arquitecto se permitió decir, entre otras muchas lindezas, la que sigue: "La iglesia ha sufrido daños irreparables, que quizá se hayan desarrollado durante el último periodo histórico en el que se actuó en ella, concretamente el estilo que más daño le ha hecho ha sido el barroco..."; y toda una señora consejera de cultura habló de "invenciones" refiriéndose a las aportaciones de las distintas épocas. Claro, ante diversidad de criterios, que podríamos hacer crecer con los seguidos en otras obras ejecutadas por el Ayuntamiento, una se pregunta el porqué de tanta disparidad entre las intervenciones promovidas por la Administración central, por la autonómica o por la local, siendo la única respuesta que se nos ocurre la de pensar que esto lo avala el título octavo de la Constitución (ya saben, el que regula las autonomías). Con todo, no debemos ser pesimistas pues también en esta obra aparece el único elemento que todavía nos unifica como españoles y así, como bien puede verse en la segunda fotografía, la iluminación de este torreón también se ha dispuesto en el suelo, como en la plaza de Santa María y como en la iglesia que le da nombre. Es decir, que nuestras administraciones tienen las luces en el suelo, o mejor, por los suelos.
2 comentarios:
Tiene ud. razón Hermana. Esos tonos crema son lo más de lo más.
Es una pena que los responsables de estos asunto no tengan un criterio coherentemente definido y, en según qué casos, se peque tanto por defecto como por exceso.
Según entiendo algún sillar que otro hubiese tenido cabida aquí, pero bueno, los que entienden son los que entienden.
Un saludo.
no hay día que no me acuerde de ir al cine de verano de pequeño
Publicar un comentario