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Apenada, profundamente apenada y desconcertada, me tienen las palabras pronunciadas por el Sr. Obispo, don Ramón del Hoyo, Ordinario de la Diócesis, durante su visita a Santa María de los Reales Alcázares: "...Aunque se ha tardado, merece la pena que no se haya perdido. Veinticinco años en muchos siglos de historia no son tantos, y lo que importa es que se va a trasladar a otras generaciones por nuevos siglos, y por tanto, lo necesario es que se hagan las cosas bien y que se remate bien, sin prisas...". ¡Señor! Ahora resulta que destruir bóvedas, destrozar capillas, mutilar rejas, partir lápidas, perder decenas de metros cuadrados de losas, inventarse unas paredes de chabacano aspecto, disponer un artesonado de catálogo, construir zócalos con mármoles de los más variados tonos (algunos casi desconocidos), cubrir las ventanas con unas vidrieras de colorines, no respetar siglos de historia, borrar toda señal arqueológica de las fases constructivas, levantar un tejado recién hecho para colocar el aislante que se había olvidado colocar, asignar a incompetentes la primera fase de la restauración, no cambiar al arquitecto actual (especialista en estructuras) por otro especializado en terminaciones y con mejor gusto artístico, depositar la restauración de las fachadas a unos restauradores que pensaban que lo hacía de unas obras del siglo XV y no del XVII, modificar un espacio luminoso y barroquizante así voluntariamente construido por los siglos por otro oscuro y falsa y relamidamente mudéjar, mentir una y otra vez sobre el proceso..., en definitiva, destrozar sin respeto, sin vergüenza y sin responsabilidades un monumento nacional, resulta que es hacer las cosas bien. Afortunadamente -y en esto estoy con el Sr. Obispo- sólo han pasado 25 años. Si hubiesen transcurrido más, difícil es predecir hasta donde hubiera podido llegarse o hasta donde puede hacerse en estos tres o cuatro años que todavía faltarían para ver finalizada la trama de una herencia patrimonial tan errada, inexacta y falsa. Lo único que me consuela en este duro trance de enfrentamiento con toda autoridad y jerarquía, es considerar que los responsables (políticos, técnicos y comisiones de patrimonio) de toda la confabulación perpetrada en Santa María no podrán -o al menos no debieran- colgarse medallas ni alegar en justificación de sus muchas barbaridades y desafortunadas actuaciones las palabras de don Ramón, porque les recuerdo que el Sr. Obispo no ostenta entre sus potestades la de hablar ex cathedra y mucho menos en cuestiones de restauración, de patrimonio y de arte.
5 comentarios:
¡Ay hermana, qué preocupado me tiene! El caso es que lleva más razón que un santo, pero ¿cómo osa poner en solfa las declaraciones de Su Ilustrísima, tan políticamente correctas? No quiero ni pensar en la penitencia que le puede caer..., o -tal como están las cosas- a lo peor la excomulgan. No piense tanto en Santa María, si va a quedar muy bien decorada y ya casi nadie se acuerda de cómo era. Ya verá de aquí a que la abran la cantidad de fotos que se van a hacer los mandamases para resaltar el último achuchón. Cuídese.
Hermana, piensa que Dios es muy benevolente y que perdonará los pecados a todos, pero como djo aquel "..ha quedado que ya no la conoce ni la madre que la parió.." aunque por fuera todavía conforma parte del paisaje cultural de la UNESCO. Cosas de la vida.
Veo, hermana, que no posteó nada esta semana. ¿Acaso la huelga de jueces se ha ampliado a las torneras?
Paciencia. La semana no ha terminado y los días vienen más claros de tareas.
Hermana, desde luego no nos faltan "luces de guia" en nuetro pueblo que desde la comodidad de la barrera, siempre hablan EX CATEDRA
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