Entrar en el patio de nuestro Ayuntamiento y hacer rodar de una patada una de las chinas que componen el pavimento granadino es casi inevitable: muchas son las que andan sueltas desde hace tiempo. Pero hoy, después de todo estamos en unos días muy especiales, no quiero quedarme en la simple crítica y con el mejor de mis deseos y con el mayor de los espíritus constructivos quiero dar una solución. No sería mucho pedir que dada la magnitud que va tomando el problema se creara una concejalía para la gestión de las chinas sueltas y dispersas, a la que se podrían sumar otros campos de gestión como el de los adoquines, cantos rodados y piedras en general que también andan de excursión -cuando no de desbandada- por nuestras calles. Creo que no es una locura. En realidad ni siquiera habría que instalar nuevos despachos ni oficinas técnicas, solo sería necesario el susodicho concejal delegado (si es que el señor Alcalde no quiere asumir la responsabilidad personalmente) y una buena caja para ir introduciendo en ella los elementos pétreos que los ciudadanos tuviesen a bien depositar después de tropezar con ellos, de patearlos y de recuperarlos del suelo.
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