Un comentario realizado a la entrada titulada "Va de eventos", firmada por un tal Jacobo de Eritrea, venía a preguntarme, entre otras consideraciones, lo siguiente: "¿Sabrá decirme su maternidad si los cartones, bolsas, embalajes, chicles, palés, botellas, piltrafas, papeles, folletos, plásticos, etiquetas, minutas, chuletas, pringue, ceniceros, colillas, tapaderas, pingajos, carteles, ventas frustradas y herrumbrosas intenciones las retiran los propios comerciantes o son envejecidas previamente en alguno de los vertederos de que el Ayuntamiento dispone en el Hospital de Santiago, antes de que operarios públicos, con cargo al presupuesto, los retiren cuando ya hayan transferido su carácter a todos los rincones de tan magno edificio...?" Pues bien, en la imagen está la respuesta, don Jacobo, y puede verse como en efecto se ha usado el más famoso y artístico de los vertederos que el Consistorio tiene habilitado en el Hospital de Santiago: su patio lateral izquierdo, para el depósito de los muchos y variados despojos del XXII Certamen Comercial de La Loma. Con todo, hay que agradecer que la disposición de los mismos por toda la superficie del patio-vertedero (que bien puede contemplarse en la imagen) no responde al azar sino a una constante estética del arte oriental y también, por influencia, del español: el temor a dejar espacios vacíos u horror vacui.
5 comentarios:
Como la madre superiora me ha pillado haciendo maula en vísperas durante estos días (he vuelto a remangarme los hábitos y me escapado a la feria: ¡qué de pecados he visto allí!) y me tiene recluida en la celda de castigo, con cilicios y a pan y agua, no puedo mandarle a usted las fotos de la obra artística de un tal Garrido que hace cosas similares a los organizadores del Certamen Comercial de la Loma. Vamos, que coge la basura o los clavos (por los de Nuestro Señor que no hay quien entienda nada del arte de hoy en día), los esturrea por cualquier lugar y ya tenemos el arte formado. Así que no critique su maternidad el Certamen y aprecie su contenido pluridisciplinar, que no sirve sólo para vender jamones y lomos y wateres en tan soberbio monumento, que depués, cuando sus basuras jalonan los hitos patieros de tan incomparable marco, acaban convertidas en obras de arte a lo Garrido.
Sea buena y mire más allá de sus narices, madre, y vaya preparando pintura por si nos da por hacer un día el bosque de Ibarrola (¿era Ibarrola?) en las columnas de los patios de Santiago. La inefable concejal de Cultura sabrá pagárnoslo.
La hermana pecadora.
Sosiego, hermanas, sosiego.
Estamos en el día después, como bien dice la Tornera. Es hora de recapitular, no sólo de ver el estado del "arte".
A don Jacabo, que se dice Eritreo, también hay que pedirle reposo. ¿Acaso quiere que 17.000 almas visiten tan egregio y hospitalado mercadillo y no dejen huella de su paso?
Don Jacabo no lo sabe pero la Hermana Tornera y esa otra pecadora sí recordarán cómo estaba todo en los alrededores del Museo del Prado allá por febrero de 1990. Varios kilómetros de cola había para entrar a la exposición de Velázquez. Recuerden sus maternidades que, engañadas por el Catálogo, fuimos a ver el retrato de Inocencio X, pero ni estaba allí ni conseguimos que la Hermana Pecadora abandonara desde entonces la voluptuosidad aterciopelada de la Venus del Espejo.
Recuerden también que los millares de personas que se agolpaban en las interminables colas que se enroscaban alrededor del Prado dejaban la misma suciedad que ahora denuncian sus maternidades en el Certamen Comercial de la Loma.
Reconozcan, arrepentidas, que las cosas funcionan en Úbeda mejor de lo que lo hicieran en Madrid el año 1990. Sí. A la exposición de Velazquez que estuvo abierta diez horas al día durante 58 días, asistieron menos de 300.000 personas. Ni 500 personas a la hora.
En Úbeda, sin embargo, en las 28 horas que ha estado abierto el Certamen (4 días por 7 horas al día) han entrado más de 600 personas por hora.
Así que mediten sus matertinades, y usted también don Jacobo. Quizás no hayan sido capaces en Úbeda de limpiar tan rápido como fuera de desear pero, con un veinte por ciento más de asistentes por hora que al Prado, ¿han visto sus maternidades las colas?
¡Ay, su maternidad! No debería extrañarse de tal cúmulo de visitas; la cifra es constante para cada uno de los eventos que en tan palaciego, criptuoso y hospitalario edificio se desarrollan. ¡Lo que daría un partido político por una clientela tan fiel y tenaz...
Ya les gustaría a los partidos políticos conseguir esos 17.000 estusiastas, pero los preferirían de papeleta y no sólo de papel, como los asistentes a este certamen y a muchas otras cosas.
En las fotos no se ve entrar ni salir a nadie. Solo coches y carteles. ¿Quién ha dicho que hubo 17000 visitantes?
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