No ha pasado demasiado tiempo desde que comenzaron las obras de rehabilitación de la plaza de Santa María cuando ya nos vemos en la triste obligación (como nos temíamos) de denunciar que las cosas no se están haciendo con el más exquisito de los cuidados (así lo calificaba la señora concejal de urbanismo) que requiere una intervención en un espacio declarado Patrimonio Mundial. Y es que da la sensación de que ha faltado tiempo para empezar a sustituir elementos antiguos por otros de relamido acabado y pulcra presencia. Se manifiesta esto en los bordillos del acerado que se están instalando, siguiendo la costumbre que hace que en Úbeda restaurar sea básicamente sustituir y no conservar. Por una parte, da la sensación de que ni siquiera son de piedra viva y, por otra, puede apreciarse con claridad meridiana de que los abujardados en los planos laterales brillan por su ausencia, de que los cantos no se están redondeando y de que su blancura "canta" en exceso. ¿Qué pasará cuando la obra se "ensañe" con elementos más complejos como el enchinado granadino? Seguramente nada de nada aunque se sigan haciendo barbaridades, pues como he apuntado en Úbeda eso de sustituir se lleva: ahí está para demostrarlo una Santa María completamente inventada sin que nadie se sienta responsable. Ahora, eso sí, con todo cuidado se están respetando como elementos dignos de conservación los horribles focos instalados hace pocos años y que ahora como hongos envenenados surgen de la tierra amenazando con su permanencia y con el lanzamiento de un hiriente rayo de luz hacia los ojos de los incautos visitantes de un espacio que en otros tiempos (ver fotografía de los años 50) fue lugar de disfrute y de remanso para el espíritu.
2 comentarios:
Efectivamente, hermana, todos nos temíamos la chapuza y la sustitución sin saber dónde están los bordillos, chinas y adoquines originales. En esta Úbeda de nuestros padecimientos se repite en demasía eso del barco del arroz y lo peor es que nos quedamos sin saber quién se queda con todos esos materiales que desaparecen; vamos, que es como lo de la bacalá de la tienda del paso, que todavía no sabemos quién se la llevó. Cuídese.
Hermana, el pasado jueves, día 16, paseando por la plaza de Santa María a eso de las once de la mañana pude observar a uno de los albañiles que en ella están trabajando haciendo aguas menores contra la portada del Salvador. Sin duda, esto debe ser reflejo del exquisito cuidado que desde la Concejalía de Urbanismo se ha pedido a la empresa encargada de la obras.
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