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EL QUE AVISA NO ES TRAIDOR

CXLI

Supongo que muchos de ustedes sabrán en qué consiste el síndrome de Stendhal (o síndrome de Florencia), pero por si acaso no es así, me van a permitir que en pocas palabras les diga que se trata de una enfermedad psicosomática que se caracteriza por un elevado ritmo cardíaco, vértigo, confusión e incluso alucinaciones cuando quien lo padece ha sido expuesto a obras de arte, y más cuando éstas son especialmente bellas o están presentes en grandes cantidades en un mismo lugar. Se llama así por el famoso autor francés del siglo XIX Stendhal, que por primera vez la describió al hablarnos de lo que sintió en su visita a Florencia en 1817. Bien, pues todo esto viene al hilo de la apertura de Santa María y quizá a estas alturas ya esté entregada a la Administración y a la espera de volver a sus propietarios y, por ello, y porque muchos de ustedes van a entrar en el templo, quiero avisarles que es muy posible que todos los síntomas que sintió Stendhal en Florencia puedan repetirse de forma masiva en Úbeda en los próximos días. Y es que no hay naturaleza humana que pueda aguantar la inefable belleza de lo mucho que se ha hecho en Santa María y de lo mucho que se manifiesta de ella en las desnudas y repelladas texturas de sus muros, en la gama cromática de sus suelos, en la asombrosa variedad de sus materiales, en la misteriosa sugerencia de la luz natural filtrándose por su bellas vidrieras, en los contrastes de la luz artificial que da vida a la recuperada penumbra mudéjar de su espacio, en un pulido pavimento libre de lápidas sepulcrales antiguas y estropeadas por el tiempo, en la desaparición de las invenciones barrocas que tanto la afeaban, en la sutileza y mimo con que se ha cuidado lo existente, en el escrupuloso respeto por un espacio histórico del que también escrupulosamente no se ha respetado nada, en la desaparecida reja de madera de 1600, en la soberbia realidad de un artesonado de un millón de euros, en los sonidos que brotarán de sus minimalistas e inoxidables altavoces, en el tañer de unas campanas que relucen más que el sol, en la indescriptible pétrea desolación de su claustro, en las incomprensibles soluciones del señor arquitecto, en la asombrosa incompentencia de los responsables del patrimonio provincial, en el silencio del obispado, en la complicidad de nuestro Ayuntamiento, en la justificación cateta de que todo vale porque se ha gastado mucho dinero, en el silencio y acatamiento de los ubetenses, etc., etc., etc. En fin, avisados están para que no se asusten cuando empiecen a sentir los síntomas. Imiten a nuestras autoridades y protéjanse la cabeza con inmaculados cascos —ellos no lo hacen por si les cae algo de las alturas— lo hacen para cuidar sus cabezas ante la posibilidad de un golpe contra el suelo como consecuencia de una caída provocada por el mencionado síndrome. Verdaderamente están en todo y siempre nos dan ejemplo.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

....me encanta el comentario

Jose Manuel Almansa dijo...

Hermana, estoy preparandome el Síndrome en Roma. Espero que a mi regreso pueda soportarlo, aunque lo dudo mucho...
¿cómo puede competir el interior de la actual Santa María con el Gesú o Villa Borghese, por citar algún ejemplo? Las comparaciones son odiosas, pero Bernini no es nada comparado con el estilo neocateto!
Recuerdos al Convento!

Diego de la Cruz dijo...

Con tanta gente, bien poco se podía ver el domingo; pero eché en falta muchos detalles ornamentales desaparacidos y, sobre todo, las losas y lápidas de piedra sustituidas por un pulido y resbaladizo mármol multicolor (aquí recordé los innumerables camiones de escombros que salían del templo en obras, unos con toldo y otros al descubierto). Maravillado quedé con los zócalos de las capillas, a las cuales parece que sólo les falta instalar los sanitarios y convertirlas en aseos de un moderno hotel. En fin, para estar varios días llorando.

Diego de la Cruz dijo...

Con tanta gente, bien poco se podía ver el domingo; pero eché en falta muchos detalles ornamentales desaparacidos y, sobre todo, las losas y lápidas de piedra sustituidas por un pulido y resbaladizo mármol multicolor (aquí recordé los innumerables camiones de escombros que salían del templo en obras, unos con toldo y otros al descubierto). Maravillado quedé con los zócalos de las capillas, a las cuales parece que sólo les falta instalar los sanitarios y convertirlas en aseos de un moderno hotel. En fin, para estar varios días llorando.

Caballero Mercader dijo...

Ya daremos nuestra opinión al respecto cuando entremos al templo como Dios manda...pero mucho nos tememos que clamaremos al cielo, aunque nadie nos ecuche.

Juan Ángel López Barrionuevo dijo...

El sarcasmo es sítoma de gente inteligente y especialmente aguda. Eso es cierto. Pero...¿ hubiese sido mejor que Santa María permaneciera cerrada y en ruinas para el resto de los tiempos ?.


Hay veces que a los técnicos no se les exige ninguna responsabilidad cuando realmente, la tienen casi toda.

La iglesia de Santa Maria se abrirá el 8 de mayo.

Hacia de 28 años que estaba cerrada, muchos años, problemas en todos los sentido que han hecho que durara tanto la obra.



Pues bien, ya he entrado muchas veces, me ha parecido hermosa, grande, luminosa. He observado detalles y sobre todo el suelo, que tantas críticas habia oido de él. Me ha sugerido una idea, un suelo que no es de piedra como era antes, me he preguntado que tampoco es como era antes la iluminación, ni el claustro, y si nos salimos de la iglesia, tampoco son las calles de Úbeda, antes eran empedradas, ni tampoco estaban iluminados los edificios, ni tampoco habia semaforos, ni tampoco habia coches ni tampoco habia ordenadores,, siempre hay que mirar para atrás.



El resutado de la restauración me parece maravilloso, recuperando un importante legado para Úbeda, que ha evolucionado en los materiales usados, como mi ciudad ha evolucionado tambien, signo de que crecemos y de que estamos vivos.

Vuelvo a insistir, la iglesia ha quedado preciosa pese a las críticas. Es verdad q hay q ir evolucionando y véanse muchos ejemplos de otras restauraciones algunas tan cercanas como las Ruinas de San Francisco en Baeza cuando se introduce un elemmento nuevo como es el hierro para imitar la bóveda de Vandelvira. Para mí una restauración, la de Santa María expectacular.

Que estos iluminados de Úbeda, no nos quiten la emoción de sentir que ese maravilloso edificio con tanto valor patrimonial y afectivo y religioso para tantas gentes de UBEDA, vuelve a ser de nuevo para toda UBEDA y para todos quienes nos visiten.