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PERFÓRAME OTRA VEZ

CXLVII
Si los muros de nuestra ciudad, de cualquier calle o plaza del casco histórico, pudiesen hablar no me cabe la menor duda de que los gritos por las muchas perforaciones y elementos añadidos que soportan se oirían muy lejos. Un único ejemplo basta para demostrar el desafuero; aunque, claro, quizá es que en este convento no se entiende la estética del asunto. Será por lo del alejamiento del mundo...

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