Esta tarde, en la soflama de la siesta,
me ha sido revelado el secreto que desentraña estas Fiestas del
Renacimiento con las que Úbeda celebra su declaración como Patrimonio de
la Humanidad.
Si el Renacimiento simboliza la reactivación del conocimiento y el
progreso tras siglos de predominio de un tipo de mentalidad dogmática
establecida en la Edad Media, las fiestas de Úbeda -como la batalla de
don Carnal y doña Cuaresma- no son sino una rememoración de la lucha
entre conocimiento y oscurantismo, entre progreso y dogma.
Con los tiempos que corren nadie se extraña cuando cada año vence
don Carnal guarnecido por batallones orquestados por ese desvelo
municipal que se dedica a la cultura y las fiestas. Lo sensacional del
descubrimiento de esta tarde -que debo a una pequeña etiqueta olvidada
por azar junto a Santa María- es que en nuestras Fiestas del
Renacimiento también el lado oscuro se ha impuesto. Cada año vejamos y
camuflamos nuestros mejores edificios y plazas con sayas, tramoyas y
sonidos más propios del estilo de bárbaros -dicen que Vasari calificó
así a una parte del mundo medieval- que del deslumbrante Renacimiento
que tan profunda huella dejó en nuestra ciudad.
La etiqueta a nadie dejará mentir:
La etiqueta a nadie dejará mentir:
"Medieval
Factory
Trajes
Complementos Medievales
Tiendas y Jaimas Medievales
Armas
Bodas y Cenas Medievales".
Buenos días desde Úbeda. El abochornado Renacimiento que mira al sur.
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