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A PERRO FLACO...

XXVI

La reciente limpieza llevada a cabo en las fachadas de Santa María no sólo ha finalizado con la aportación de un remozado aspecto (más o menos satisfactorio) de estas obras del siglo XVII sino que, además, ha producido algún que otro curioso y desafortunado cambio en algunos de sus elementos. Como ejemplo, bien puede servir la desmesurada longitud y la extraña disposición que presenta el brazo derecho del Niño Jesús de la hornacina central de la puerta de la Consolada, que muy bien podría tomarse como modelo para que los jóvenes aspirantes a ser figuras del toreo adoptaran una correcta postura a la hora de entrar a matar. Esta disposición del brazo, que misteriosamente ha aparecido -como decimos- justo después de la retirada de los andamios, bien pudiera deberse a "cierto descuidillo" por parte de los restauradores que sin querer -lógicamente- habrían partido el brazo, no habiendo sabido después cómo recomponerlo a su estado original. Y es más, como a perro flaco todo son pulgas, no ha quedado ahí la cosa y, mire usted por donde, la misma retirada de los andamios produjo cierto destrozo en uno de los capiteles de la cercana y trasladada portada de la casa del regidor Luis de Medina. De todo esto, lógicamente, hay unos responsables, aunque me dicen que desde que vivo en este convento hasta ahora las cosas han cambiado mucho y que eso de la responsabilidad es ya algo pasado de moda.

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