Ante la doble vista de esta casa en construcción de la calle de Santo Domingo, sé que se puede decir que todo está en regla y que la obra se ajusta -supongo- a normativa, pero también cabe preguntarse si el descomunal recrecido de los volúmenes, si la presencia de tejas de cerámica de color más bien rojizo y nuevas en su totalidad, si la disposición de artísticos respiraderos rematados con terminaciones prefabricadas, junto con otras lindezas, cornisas y ventanas, verdaderamente son respetuosas con lo que debiera corresponder en una actuación en el corazón del casco histórico. Y me pregunto, por supuesto desde mi conventual ignorancia, si quienes consienten esto y todo lo que ya se viene denunciando en este cuaderno merecen ser autoridades y gestores de una ciudad patrimonio de la humanidad. Seguramente, sobre esto, muchos de los paisanos y otros tantos de los que nos visitan tendrán inconfesables pensamientos y se harán multitud de preguntas.
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