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VIVAN LAS GRIETAS

LXIV
Me manda la hermana Pecadora un sabroso escrito (que llama reflexiones para el Torno de Monjas) para ver de colgarlo en este cuaderno. Y como a pesar de sus muchas faltas y largas correrías no deja de ser como la niña de mis ojos, imposible me resulta no hacerlo público. Creo demostrar de tal manera el mucho cariño que le tengo tanto a ella como a la catedral de Baeza y a la ubetense colegial de Santa María. Dice así:

«Ay, reverenda madre, que tendrá usted que perdonar que me entrometa así en su torno, pero es que esta mañana por pocas me remango los hábitos y me pongo a bailar de la alegría que me ha dado el Diario Jaén, que en su portada dice que ha aparecido una grieta en la Catedral de Baeza. ¡Una grieta! ¿Sabe su maternidad lo que eso supone?¿Lo sabe?, ¿lo calcula? Ay, yo sí, y me alegro no sabe usted cuanto. Porque con una grieta en la catedral de Baeza ya tiene tajo la Consejería de Cultura para encargarle las obras a don Isicio Ruiz Albusac, que sin más procederá a destruir las bóvedas que adornan tamaña catedral. Y luego, claro, tendrá que venir don Enrique Venegas a redimir la triste historia de este templo y a devolverle su aspecto original, que es algo que gusta mucho a la Sra. Consejera de Cultura. Madre, madre, que ya veo yo a don Enrique Venegas picando paredes, sacando piedra, recomponiendo muros, tallando piedras artificiales, elevando artesonados de saldo y dando a la baezana catedral el aspecto mudéjar que debió tener en su época originaria, antes de que los bárbaros renacentistas y barrocos acabaran con aquella huella que don Enrique ha buscado tan afanosamente en Santa María. Pero tan tan afanosamente, que ha sacado mudéjar donde no había mudéjar y más aún, hasta es posible que a partir de ahora los libros de historia del Arte hablen de un nuevo estilo, el mudéjar enriquiano. Ay que alegría tendría si fuera baezana, que por fin mi catedral tendría grietas y ya vienen de camino doña Rosa, don Isicio y don Enrique.»

Laus Deo, añado yo.

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