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IDEAS PARA SANTA MARÍA

CXIX

Aunque hoy sólo quiero hablar del exterior (el interior será objeto de próximas entradas), de todos va siendo conocido que Santa María se está quedando tan de dulce que para comprobarlo basta con darse una vuelta por la plaza de Vázquez de Molina y admirarse con el reluciente brillo de las campanas recién vueltas a colocar en su lugar y misteriosamente envueltas en plástico, con el saneamiento de la carpintería, con el repellado de los paramentos, con la limpieza de la piedra, con la sustitución de las losas del pavimento situado junto a la puerta de la Consolada, con el brillo de los herrajes, con la recuperación de la intensidad de los vítores de sus fachadas, con la nueva pintura de la casa parroquial, con el saneado y primoroso aspecto del contrafuerte del costado derecho, etc., etc., etc. Y más, cuando -según creo se va a hacer- se terminen de limpiar la partes de la fachada en las que no se intervino, especialmente las cornisas laterales, tan perjudicadas por las pasadas lluvias de este invierno. Con todo, mucho me temo que hay un detalle en el que no se ha pensado y por el que, si no se pone remedio, nuestra querida iglesia no llegará a ser plenamente esa realidad nueva que tanto se defiende desde la administración autonómica e incluso, en recientes declaraciones, por nuestro Alcalde, que como todos ustedes saben fue director general de bienes culturales de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, y que, por ello, debe entender, y mucho, de estas cosas del patrimonio del que todos opinamos -y yo la primera- con toda ignorancia. Me refiero a las estatuas de San Pedro y San Pablo, situadas en sendas hornacinas laterales de la fachada, de las que nada se dice sobre la reposición de las cabezas perdidas en la Guerra Civil. Y me van a permitir que para acallar las voces que critican lo siempre negativo de mis comentarios, por una vez haga una sugerencia que iría a completar el refinamiento, la pulcritud, la exquisitez, y el cuidado para que todo en Santa María parezca nuevo, más nuevo y todavía más nuevo. Esta es mi propuesta: a imitación de los grandes momentos de la historia del arte y de los grandes artistas que se autorretrataban en sus más conocidas obras, sugiero que sobre las estatuas de los Apóstoles antes citados se pongan las cabezas de los arquitectos don Isicio Ruiz Albusac y don Enrique Venegas Medina, en merecido reconocimiento de lo mucho que han hecho por esta iglesia con sus acertadísimos criterios de restauración. Es más, me atrevo a sugerir que la de don Isicio se disponga sobre el cuerpo de San Pablo para recordar la etapa de la vida del Apóstol de los Gentiles en que se dedicó a destruir todo lo que le sonaba a cristiano. Por supuesto todo esto estaría sujeto al hecho de que ningún político ya se lo haya pedido.

4 comentarios:

LA HERMANA PECADORA dijo...

Ay, hermana Tornera, después de mucho tiempo recluía en mi celda como pago de los muchos pecados que cometo cada vez que escapo del convento, me encuentro con esta propuesta de su maternidad y al contársela a la Madre Superiora, y troncharme de la risa delante de ella imaginándome a los pobres San Pedro y San Pablo con las cabezas de don Isicio o don Enrique o don Marcelino o don Gaspar (no puedo imaginármelo con la cabeza de la consejera de Cultura porque desconozco su nombre, pobre de mí), la Madre Superiora se ha enfadado y ha dicho que no somos ni monjas ni nada, que cómo se nos ocurre ponerle cabezas de tan nefastos personajes a tan venerables estatuas y que lo que usted y yo nos merecemos es que nos aten los cilicios con espinas a las nalgas para que no pequemos más. Y aquí me tiene con dolor de corazón y compungida, pues como castigo a mis risas y para evitar tener que pasar otra temporada en los estrechos muros de mi celda, me han dado de comer un plato de cocido con tocino rancio y con este calor tengo las tripas ahora mismo más revueltas que el estilo artístico de Santa María...

Anónimo dijo...

yo quiero que mi cabeza esté sobre el cuerpo de San Pedro, me lo pido
Marcelino Antonio Sánchez Ruiz

Anónimo dijo...

La estatua de San Pedro debe quedar reservada para mi cabeza, puesto que lo que yo ato en la tierra no lo desata ni Dios (del alcalde ni hablamos) en el cielo.
Fdo. El Superconcejal Clemente.

E. Santa Bárbara dijo...

Me sumo a la propuesta, más que nada para que no nos olvidemos de estos dos individuos "que tanto han hecho por nuestro patrimonio histórico".

Saludos hermana.